La Primer Mujer Médica en México.
Una figura clave en la historia de los derechos de la mujer en México y América Latina, que además utilizó principios de productividad y organización de equipos, es Matilde Montoya (1859-1938). Matilde Montoya fue la primera mujer en obtener un título de médica en México. Enfrentó barreras institucionales y sociales, pero con organización y determinación, logró abrir el camino para que más mujeres pudieran estudiar en universidades y acceder a profesiones tradicionalmente masculinas.
Mientras otras niñas jugaban con muñecas, Matilde Montoya prefería escuchar a los médicos, observar frascos con medicamentos y hacer preguntas que los adultos no siempre sabían responder. Su madre, una mujer progresista para su época, le decía:
—Las mujeres pueden ser lo que quieran, Matilde, pero necesitan prepararse.
Esa idea se convirtió en su motor. Matilde era brillante, pero vivía en una sociedad que creía que el papel de la mujer estaba en el hogar. A pesar de ello, con disciplina y organización, logró ingresar a la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad, donde empezó su camino en la medicina. Sin embargo, el verdadero desafío llegó cuando decidió que no se conformaría con ser partera. Quería ser médica. La primera médica de México.
Su impacto en los derechos de la mujer
- Organización y perseverancia: Matilde estructuró redes de apoyo con otras mujeres y figuras progresistas de su época, demostrando que un equipo bien organizado puede derribar barreras estructurales.
- Cambio institucional: Gracias a su lucha, se modificaron las reglas de la Universidad Nacional de México, permitiendo la admisión de mujeres en carreras profesionales.
- Visibilidad y liderazgo: Su historia sirvió de inspiración para otras mujeres, demostrando que la educación y la especialización eran claves para el empoderamiento femenino.
- Eficiencia en la lucha feminista: Utilizó estrategias de gestión del tiempo y planificación para compatibilizar su labor médica con la promoción de los derechos de las mujeres.
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Contexto
El contexto de la medicina en México entre 1860 y 1940 estuvo marcado por cambios políticos, avances científicos y la institucionalización de la salud pública. :
- Durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), hubo avances en infraestructura médica con la creación de hospitales y la modernización de la educación médica.
- Se promovió la medicina positivista, basada en la ciencia y el empirismo, influyendo en la enseñanza universitaria.
- Se fundó la Escuela Nacional de Medicina y se adoptaron principios de higiene pública inspirados en modelos europeos.
- Se impulsaron campañas de sanidad contra epidemias como la fiebre amarilla y la viruela.
- Predominaba la medicina clínica y la homeopatía, aunque la medicina tradicional aún tenía gran presencia.
Las mujeres en México enfrentaron muchas barreras para acceder a la educación superior, incluida la medicina. Sin embargo, poco a poco lograron abrirse camino en este campo. Se consideraba que su papel debía limitarse al hogar. Algunas mujeres lograron formarse como parteras, enfermeras o curanderas, pero no podían acceder formalmente a la carrera de medicina.
Infancia y Educación Temprana
Matilde Petra Montoya Lafragua nació el 14 de marzo de 1859 en Ciudad de México. Desde pequeña, mostró gran interés por el conocimiento, y su madre, Soledad Lafragua, la apoyó en su educación, algo poco común en la época.
A los cuatro años, Matilde ya sabía leer y escribir, y a los doce años terminó su educación elemental. Debido a las restricciones para que las mujeres ingresaran a la universidad, optó por estudiar obstetricia y partería en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad. Se graduó a los dieciséis años como partera en 1875.
Primeros Intentos en la Medicina
Con el deseo de ampliar sus conocimientos, Matilde Montoya intentó ingresar a la Escuela Nacional de Medicina, pero su solicitud fue rechazada por considerarse "impropio" que una mujer estudiara medicina. Ante la negativa, decidió trasladarse a la Escuela de Medicina del Estado de Puebla, en 1877, donde logró inscribirse en la escuela de medicina local. Sin embargo, enfrentó un fuerte rechazo de sus compañeros y profesores, lo que la obligó a interrumpir sus estudios y regresar a la Ciudad de México.
Rechazo en la Escuela Nacional de Medicina (1877)
Cuando Matilde presentó su solicitud, se encontró con una barrera que iba más allá de lo académico: el prejuicio de la época. En el México del siglo XIX, se consideraba que la educación superior era un ámbito exclusivo para los hombres. La medicina, en particular, era vista como una carrera inapropiada para una mujer, pues implicaba el estudio de la anatomía del cuerpo humano, algo que se consideraba "indecoroso" para una dama.
Los profesores y directivos de la Escuela Nacional de Medicina argumentaron que la estructura educativa no estaba diseñada para mujeres y que la presencia femenina podría alterar el ambiente académico. Además, había un fuerte rechazo social a que una mujer ejerciera la medicina, pues se creía que esto desafiaba su rol tradicional en la familia y en la sociedad.
Matilde no se dio por vencida y, ante la negativa de las autoridades en la Ciudad de México, buscó alternativas en otras instituciones.
Ingreso a la Escuela de Medicina de Puebla (1877-1879)
Decidida a continuar con su educación, Matilde Montoya se trasladó a la ciudad de Puebla en 1877, donde logró inscribirse en la Escuela de Medicina del Estado de Puebla. En esta institución, aunque con ciertas resistencias iniciales, se le permitió cursar materias de medicina.
Sin embargo, su presencia como la única mujer en la escuela generó un ambiente hostil. Muchos de sus compañeros varones y algunos profesores la despreciaban abiertamente, argumentando que su presencia era un "desafío" a las normas establecidas. Algunos estudiantes incluso boicotearon sus clases y la ridiculizaron por querer estudiar una carrera que no estaba destinada a las mujeres.
El rechazo no solo fue verbal, sino que también se convirtió en acoso constante dentro de la escuela. Algunas fuentes mencionan que fue objeto de burlas y críticas constantes que la hicieron sentir aislada. Los propios profesores no la trataban con equidad y le hacían más difícil su proceso de aprendizaje.
Regreso a la Ciudad de México (1879)
A pesar de su empeño, el ambiente hostil y la presión social fueron demasiado grandes, lo que la llevó a interrumpir sus estudios y regresar a la Ciudad de México en 1879. Sin embargo, Matilde no abandonó su objetivo. Continuó ejerciendo como partera y siguió estudiando de manera autodidacta para prepararse para un nuevo intento de ingreso a la Escuela Nacional de Medicina.
Finalmente, en 1882, después de varios años de insistencia, logró ser aceptada en la Escuela Nacional de Medicina de la Ciudad de México, aunque nuevamente tuvo que enfrentar grandes desafíos. Su perseverancia y valentía marcaron el inicio de una nueva era para las mujeres en la medicina en México.
Legado
Frases y citas importantes
Matilde Montoya en su carta a Porfirio Díaz (1887): "No es justo que, después de haber vencido tantos obstáculos y de haberme dedicado con empeño al estudio de la medicina, ahora se me niegue la oportunidad de ejercerla."
Diario El Siglo XIX tras su graduación: "La señorita Matilde Montoya ha roto las cadenas de la tradición y ha demostrado que la mujer mexicana es capaz de sobresalir en las ciencias médicas."
Porfirio Díaz sobre el caso Montoya: "El progreso de una nación se mide por las oportunidades que ofrece a todos sus ciudadanos, sin distinción de género."
Final
A principios del siglo XX, aunque aún con muchas dificultades, más mujeres comenzaron a estudiar medicina. En 1903, el gobierno reconoció legalmente el derecho de las mujeres a cursar la carrera. En 1910, con la Revolución Mexicana, los ideales de igualdad influyeron en la educación y permitieron que más mujeres ingresaran a universidades. Durante la Revolución, muchas mujeres participaron como enfermeras y médicas en el frente de batalla, lo que ayudó a consolidar su papel en el sector salud.
Elizabeth Blackwell fue la primera mujer médica en América (EE.UU., 1849).
Eloísa Díaz fue la primera mujer médica en América Latina (Chile, 1887).
Matilde Montoya fue la primera mujer médica en México (1887).